28 febrero 2007

Ahora hasta 2008

Miles de personas despidieron a la Sardina tras un pasacalles novedoso

Miles de personas acompañaron el sábado por las calles de Las Palmas de Gran Canaria a rítmicos zancudos y desconsoladas viudas con gemelos prominentes cubiertos de pelos en el Entierro de la Sardina con el que se despide hasta 2008 el Carnaval, dedicado este año a la Belle Époque. El Entierro de La Sardina, con el que se cierra el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, congregó en la tarde del sábado a miles de personas que no quisieron perderse las 'lágrimas' y 'quejíos' de las desconsoladas viudas que acompañaron a la 'pescadilla' hasta su incineración en la Playa de Las Canteras. En su recorrido hasta la playa de Las Canteras la sardina del Carnaval de la capital grancanaria estuvo acompañada este año por un grupo de zancudos venidos de Alemania que realizaron un espectáculo de calle como obertura del desfile.

Sobre sus largas patas de palo y los harapos que cubrían sus semidesnudos cuerpos, los componentes de la compañía germana Antagón escenificaron el nacimiento de Don Carnal y Doña Cuaresma, quienes, tras romper aguas izados por una grúa, vinieron al mundo tras salir de una bolsa de plástico que hizo las veces de feto. De esta forma arrancó "el principio del fin", un entierro cuya comitiva abrió la alcaldesa de la ciudad, Josefa Luzardo, y la reina de las fiestas, Silvana Medina, a bordo de un coche antiguo. Le siguió de cerca la carroza en la que descansaba una enorme sardina con grandes labios rojos, a la que flanquearon atléticos zancudos con pelucas que asemejaban cornamentas, quienes gastaron sus maltrechas energías bailando a ritmo de batucada en el último acto de las carnestolendas de 2007.

"No te pongas así Fefa, que el año que viene venimos otra vez", le decía una viuda con barba, pamela y un gran velo a otra que no podía parar de berrear de pena. En medio de la numerosa chiquillería que danzaba detrás de las carrozas del desfile se distinguían algunas monjas que se dejaron en casa parte de su hábito, ya que mostraban llamativas bragas rojas, y hasta un sospechoso papa con gafas de sol negras que bendecía a los paganos amantes de la llamada fiesta de la carne. Curas con litronas, barrigudas gitanas con mantilla y zapatos de cebra y gimnastas con poca pinta de serlo que tiraban de carros de la compra rebosantes de botellas de alcohol prosiguieron la marcha hasta su llegada a las aguas de Las Canteras. Antes de que partiera la comitiva, tanto la concejal de Carnaval, María Isabel García Bolta, como la alcaldesa Josefa Luzardo, coincidieron en destacar que los de este año han sido unos carnavales más participativos en los que no se han registrados incidentes relevantes.

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